lunes, 1 de marzo de 2010

Cirugías y protocolo. Cuestión de imagen


Vivimos en el mundo de la imagen. La apariencia personal cobra cada vez más importancia. A los medios de comunicación se asoman cada vez más caras de mujeres cuya piel ha sido estirada hasta el infinito, labios hinchados artificialmente....Nosotros nos preguntamos ¿es válido todo?

Entedemos el protocolo como saber ser y saber estar. Intentar ofrecer siempre nuestra mejor imagen es una norma de educación, y como tal, de protocolo. Una piel cuidada, una imagen aseada y una vestimenta adecuada a cada ocasión es lo correcto. El exceso, inexorablemente nos lleva al ridículo y los retoques artificiales y en algunos casos anti natura, son siempre patéticos, algo que protocolariamente siempre es inaceptable.


Partiendo de la base de que el protocolo es saber ser, la mejor imagen personal que se puede ofrecer es la real y auténtica. No es la de un hombre o una mujer artificial, sino más bien la de un hombre o una mujer que aparentan exactamente lo que son.Las personas que abusivamente utilizan las cirugías para cambiar radicalmente de forma de ser, irremediablemente nos transmiten el mensaje de que no les gusta como son o que quieren engañarnos, hecho, que dicho de paso, casi nunca consiguen.


Inconscientemente nos provocan desconfianza y rechazo en la mayoría de los casos. Esta circunstancia no propicia el entendimiento y las buenas relaciones, lo que puede entorpecer sin duda un trato cordial y la mejora de las relaciones, la base del protocolo.


Por otro lado, el protocolo es saber estar y esto, supone ser consecuente con las circunstancia. La edad es también una circunstancia. No por tener menos arrugas se es más joven ni se aparenta menos edad en general. Todos conocemos actrices y personajes públicos que han superado los cincuenta y que sin embargo, no tienen ninguna arruga ¿esos significa que aparentan 20 años?. La respuesta es no. Lo problemático es además la concatenación causa efecto que tradicionalmente suele ir unido y que irremediablemente nos aboca al ridículo. Me refiero a que en muchos casos, el quitarse la arrugas provoca un desenfreno en todo lo demás y eso sí que es un suspenso en protocolo. Mujeres de 60, vestidas de quinceañeras por el simple hecho de haberse operado es siempre zafio. Escotes de vértigo sin venir a cuento para mostrar como sea los retoques en el busto es sencillamente lamentable.


Y es que la mesura y el protocolo son primos hermanos. Personalmente no estoy en contra de la cirugía estética, pero sí que ésta y siempre que sea por mera estética trastoque de tal manera nuestro físico que nos haga perder ese saber ser que es el protocolo y ese saber estar que no ádmite las caretas ni la pose ridícula como imagen adecuada.

También cuando vemos cirugías o arreglos desmesurados cabe preguntarse si las bases del protocolo que son respeto educación y sentido común han abandonado al individuo en cuestión. Digo esto porque no demuestra respeto por sí mismo una persona que deliberadamente quiere ser otra, ni tampoco respeto por los demás si pretende engañarles. Respecto a la educación tengo ciertas dudas. Lo que sí tengo claro viendo a algunos que han hecho de esos cambios en su físico casi un estilo de vida, el sentido común les ha abandonado.