martes, 22 de septiembre de 2009

INSULTAR AL JEFE Y EL PROTOCOLO EMPRESARIAL


La semana pasada saltaba la noticia de la polémica sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya al considerar improcedente el despido de un operario de Girona que insultó al gerente de la empresa.


¿Es diferente el concepto de insulto para el protocolo? ¿Qué se podría considerar como un insulto en materia de protocolo?


Según el Diccionario de la RAE un insulto es un acometimiento o asalto repentino y violento. Coloquialmente, un insulto es cualquier cosa que pueda ofender o molestar al que va dirigido. Bajo esta premisa y referido al protocolo, un insulto es todo aquello que atente al respeto, educación y al sentido común. A modo de ejemplo, un insulto para el protocolo puede ser no saludar correctamente o no vestirse de acuerdo a la ocasión.


¿Es adecuada esta sentencia protocolariamente hablando?


No, porque se han violado los tres pilares del protocolo:


1. El respeto, porque un insulto siempre es un desprecio y una falta de respeto.

2. La educación : Una discusión acalorada, como describe la sentencia que ocurrió en este caso está siempre fuera del concepto de cortesía

3. Sentido común: ¿A quién se le ocurre insultar a un jefe?


¿El protocolo empresarial es diferente al social?


Sí, muchas de las normas pertenecientes a la cortesía social no son aplicables a la cortesía empresarial. Por ejemplo, la mujer en la empresa está considerada según su cargo y no de su sexo. Además, la mayoría de los manuales de Protocolo hablan de normas sociales, un tanto desfasadas. El protocolo empresarial está escribiendo el protocolo del futuro más adaptado a los nuevos cambios.


¿Qué dice el protocolo empresarial de cómo debemos comportarnos cuando nuestro jefe nos hace una faena?


Las relaciones laborales, al igual que el resto de relaciones (sociales y familiares) deben estar presididas por un trato cordial y educado en todo momento, incluso en los momentos más difíciles o crispados. Aunque hoy el trato es menos rígido que antaño, no hay que confundir cordialidad con familiaridad y hay que mantener una distancia. Lo ideal es no entablar discusiones con el jefe, sino intentar razonar.Aparque sus problemas a la puerta del trabajo
y utilice una gran dosis de diplomacia. Siempre por encima de todo sea educado.